miércoles, 17 de octubre de 2012

Sobre el trabajo de Laura Millán. Animaciones





Algunos trabajos de animación  de Laura Millán.







Invitation for an audio-visual exhibition

By Laura Millán, Melissa Sguarizi & David Pantaleón







Ciudad XXI

Traveling around Las Palmas de Gran Canarias

By Laura Millán & David Pantaleón

martes, 16 de octubre de 2012

Textos sobre la exposición. Miniencuadro... Ramón del Pino, historiador de arte



Maratón 50x50 cm. Collage. 2012




Miniencuadro
por Ramón del Pino, historiador de arte




Miniencuadro es el fruto de un ejercicio conceptual sereno del que germinan pequeñas escenas y teatros, fascinantes historias hilvanadas con una madeja de hilo trenzada entre lo onírico y lo real, entre lo insólito y lo cotidiano; fábulas que se descuelgan del mundo de los sueños y relatos que se edifican sobre realidades dispares, inverosímiles unas veces, cotidianas otras tantas, pero que siempre tienen a la miniatura como protagonista.
Esta “original dramaturgia”, clarificada en el imaginario de Laura Millán, es una propuesta fresca y edificante, distraída y nutritiva que se desliza con maña entre los espacios comunes, entre universos cotidianos que rápidamente se sueldan a la fabulación colectiva. Y es que Miniencuadro es un guiño constante al espectador. Mediante la sutil construcción de decorados que encierran historias, de personajes y acciones que se retroalimentan en una entretenida simbiosis que explora sensaciones, cuchufletas y chascos, las miniaturas interpelan a su público, a su complicidad y comicidad, haciéndole responsable último del éxito de cada una de sus interpretaciones.
De hecho, algunos de estos trabajos se codifican a partir de las sugerencias de sus “mecenas”. Millán recibe los encargos y es a partir del cotejo de los gustos e inquietudes paralelos al compromiso, cuando da comienzo el esbozo de este arte chico, de estas sugestivas fracciones de pura creatividad que sintetizan, en títulos como Libros, los sueños de una empedernida lectora que se transfigura en intrépida alpinista, ávida de escalar insondables montañas de libros diminutos. La misma sinapsis estimula piezas como Clavadista y Tokio, esta última, una postal minimalista de la capital japonesa; una especie de “catarsis” de amor sublimada en torno al beso esquivo que jamás se dieron Scarlett Johansson y Bill Murray en Lost in traslation.  La no menos simplificada Clavadista, es una nítida metáfora de la actitud vital de un amigo de Millán, basada, según palabras de la artista, en su necesidad valiosa de tirarse a la piscina, en todos los sentidos, una condición asumida de manera ligera por una miniatura que Miniencuadro señala como verdadero alter ego de su bienhechor. 

Es así como surgen muchas de estas piezas, pero no la única ecuación de este complejo artístico. Cuando los encargos no vienen acompañados de indicaciones, entonces es la propia miniatura la que se convierte en hombre vitrubiano, en el crisol de ideas que estimula la atmósfera de estos minicuentos que se suceden en un instante, de unos relatos cuyo pulso narrativo juguetea con la proporciones y esquematiza territorios habituales, hace apología de lo oscuro y pondera la engañifa.
 En Marchantes, es la medalla de tela con que se premia a vacas y toros en las ferias, la verdadera protagonista. Su desproporción es el escenario que condensa y expande la acción, el argumento también  de Crimen, donde la huella del cadáver es un ilusorio “Gulliver de trazo grueso”, capaz de rememorar, más que la novela de Jonathan Swift, las versiones de  dibujos animados que se hicieron sobre la obra del escritor irlandés y con la que todos crecimos. Y es que Miniencuadro posee el fulgor de esa magia infantil que envolvía travesuras, juegos y juguetes, cuentos y tebeos, dibujos animados y por supuesto el cine. Es obvia la relación de Miniencuadro con películas como “El increíble hombre menguante”; su analogía con aquel cine henchido de aventuras, protagonizado por miniaturas de carne y hueso que huían de  enormes monstruos y animales fantásticos, que correteaban entre gigantescos decorados, verdaderos delirios de cartón piedra salidos de los irrepetibles trucos de Ray Harryhausen o  Emilio Ruiz. Unas fullerías visuales en las que la escala y la esencia artesanal son una referencia espiritual a la vez que un guiño estético, y que escanea el cine hasta llegar, tal vez, hasta el mismísimo George Meliés y su viaje a la luna, a su manera creativa y mimosamente artesanal de hacer las cosas. 
Pero bajo estas cúpulas de cristal y madera subyacen igualmente otros elementos comunes al arte de lo oscuro, a saber, el decorado, la puesta en escena, el guión, mucha creatividad y unos actores muy disciplinados y sorprendentes.
La construcción de estos lucernarios espacio-temporales de 13x13, 23x23 o  50x50 cm, estos son los formatos con los que trabaja este entretenido trío que encierra nubes y atrapa gigantes, florece a partir de una línea de trabajo articulada en torno a las artes visuales, el diseño industrial y gráfico, la animación y la dirección de arte.
El resultado es un trabajo visualmente limpio y sintético. Muy gráfico. Idóneo para configurar los conceptos nítidos que originan estas obras; hábil para dialogar con el material y dar forma a unas piezas moduladas mediante el maridaje entre las miniaturas de maquetas y una amalgama riquísima de elementos, la mayoría de uso habitual: papel, cartón, madera, textiles o plásticos. Ingredientes con los que Miniencuadro se regocija simplificando, a través de una tangente artesanal, lugares, objetos y sensaciones. Monopol, Exterior jardín, Ecovesan, Feria o Sáhara son un epílogo muy plástico de espacios tan rutinarios como un supermercado, un jardín, un cine, la playa de las Canteras o el desierto del Sáhara. 
En la era digital, una creadora cuya principal herramienta de trabajo es el ordenador, se apodera del collague y las manualidades, del “hazlo tú mismo” como pretexto técnico, estético y estilístico del que fluye, según Millán, un enfoque ético: “ser lo más artesanal posible”. Es ahí donde reside buena parte del acierto y la energía de este manifiesto céfiro, muy útil para penetrar en el territorio siempre delicado que existe entre arte y artesanía. Una especie de “tierra de nadie”, un flujo continuo de conexiones nerviosas y de impulsos exquisitos que yacen latentes esperando el talento que explore esta veta dorada.
Quizá, y siguiendo hasta el final la huella del genial Harryhausen, fullero responsable de muchas de las peripecias cinematográficas de Simbad el marino, Miniencuadro se pueda explicar como una metáfora de otra de las fábulas que componen los cuentos de Las mil y una noche. Tal vez, solo hay que frotar el candil de Aladino para que el genio de esta lámpara maravillosa haga realidad nuestros deseos. También nuestros sueños.

Ramón del Pino






Monopol, 23 x 23 cm. Collage. 2012

jueves, 11 de octubre de 2012

Textos sobre Miniencuadro. Nayra Sanz, Directora de Cine





clavadista, collage 23x23 cm. 2010




MINIENCUADRO. CRÍTICA DE LA MINIATURA

Nayra Sanz Fuentes

Entre los artistas contemporáneos más destacados del “arte en miniatura” realizado a lo largo del siglo XX, habría que destacar la aportación realizada por el artista neoyorkino Charles Simonds (1945). En el contexto norteamericano de los años sesenta, marcado por los movimientos de contestación política y social en los campus universitarios, y en el que los artistas buscaron un modo de expresión que se liberase de las formas de representación tradicionales, Simonds optó por trabajar con la miniatura y por reflexionar, ante todo, acerca de su ubicación en el territorio urbano. Es así como surgieron los dwellings, pequeñas moradas de arcilla que el artista situaba de manera clandestina en barrios degradados de la ciudad. Los pequeños hombres –little people, en palabras del artista- que supuestamente habrían habitado aquellas construcciones, eran el testimonio de civilizaciones nómadas y arcaicas que rememoraban tiempos remotos. A través del fuerte contraste que se generaba entre esas civilizaciones “arcaicas” y la gran urbe megalómana neoyorkina, Simonds impelía a reflexionar sobre la historia, el tiempo, la muerte, la creación y la degradación. Del mismo modo, con el uso de la arcilla cruda como material arquitectónico, recordaba el distanciamiento paulatino que el hombre contemporáneo había establecido con la tierra y con la naturaleza, una lejanía que desembocaba en sociedades industrializadas y profundamente consumistas.
Más de treinta años después, otro artista contemporáneo, el portugués Baltazar Torres, comenzó también a trabajar con la miniatura, si bien desde una perspectiva muy diferente. Su ámbito de exposición no sería ya el urbano, como en el caso de Simonds, sino, de nuevo, la galería y las salas de arte. Los materiales con los que Torres trabaja no son ya “primarios” (madera, barro, etc.), sino aquellos estrechamente vinculados a las sociedades industriales: plástico, metal, espejo, etc., y los espacios que genera se relacionan con el mundo de la maqueta. Sin embargo, este artista, también plantea con sus escenas una crítica frontal al mundo en el que habita. Sus representaciones, caracterizadas por individuos aislados emplazados en arquitecturas kafkianas (Ej: Colmenas, Cuevas Urbanas), aluden directamente a la problemática del hombre postmoderno del primer mundo: la “urbe del caos” dominada por la alienación, la apatía, el consumismo y la soledad; una suerte de esquizofrenia de lo real.
A punto de iniciarse la segunda década de siglo XXI Laura Millán comenzó a realizar sus Miniencuadro; pequeñas series en forma de cuadro en las que encierra a seres en miniatura en escenas cotidianas, lúdicas y oníricas. Podría decirse que su estética, limpia y minimalista, recuerda a aquella primera escena de Terciopelo Azul de David Lynch, en la que un bombero saluda sonriente mientras atraviesa las calles impolutas de una pequeña ciudad acomodada de los EE.UU. Todo el entorno aparenta una perfecta armonía, nada desentona y, sin embargo, se intuye que algo turbio se esconde detrás de esa fachada; un escenario que vela una realidad tenebrosa y desconcertante.  
De este modo, a simple vista, las piezas de Laura Millán parecen alejarse de aquella crítica social explícita que encontrábamos en el caso de Simonds o Torres, no obstante, ésta se encuentra en la concepción misma de la obra. Sus imágenes están relacionadas con el tiempo lúdico, como en el caso de Clavadista, Patrones o Beso noche, al igual que con situaciones de ensueño, como Música, amor y cochino jabalino, momentos que aluden, de una u otra manera, a un mundo de ilusión y perfección. Pero no se debe de olvidar ni el espacio ni los materiales con los que estás “ingenuas” imágenes están realizadas: pequeños marcos de madera prefabricados, repetidos en serie ad-ifinitum; lugares que congelan instantes de cotidianidad, caracterizados por el humor y lo surreal, realizados con materiales de gran maquinaria postindustrial. Son instantes de memoria, de vida, que acontecen creyéndose libres (Tokio, Ecovesan) y que, sin embargo, están dominados por un mundo perfectamente gestionado. Es más, igual que en el caso Simonds y Torres –y es aquí donde se encuentra la mayor similitud entre los tres-, al estar creados a partir de la miniatura, esos individuos –“felices” en el caso de Millán- no sólo están acotados y marcados por un espacio cerrado y geométrico, sino que además quedan al acecho de una mirada externa, en esta ocasión siempre superior. El ojo que ahora contempla es el Gran Hermano de El show de Truman que confirma que el orden, bajo su continua super-visión, funciona según lo estipulado. Ante esta mirada panóptica que todo lo ve, cabe preguntar, ¿quién observa a quién? ¿Si ellos son observados, no lo estaremos también nosotros? Es entonces cuando ese mundo feliz e ingenuo se desmorona para descubrir que, en la posmodernidad, todo lo cotidiano se ha convertido, también, en ámbito de control, supervisión y vigilancia.
Los Miniencuadro esconden así una realidad bifronte cargada de una ironía no exenta de incertidumbre. Estas piezas, que sin duda recuerdan cierta estética del arte Pop de los 50, del mundo de la publicidad y del diseño gráfico, se desvelan, en su aparente simplicidad, como inquietantes e, incluso, en términos de Sigmund Freud, como siniestras –Unheimlich-: objetos y situaciones perfectamente cotidianas y que, sin embargo, se perciben como extrañas y desconcertantes. 

Cartel para la exposición Miniencuadro, el camino de los hombres de plástico



Cartel para la exposición Miniencuadro, el camino de los hombres de plástico,  en C-aps experience. Diseño Laura Millán













































Las obras de Laura no están hechas para la reflexión conspícua ni el análisis psicológico, o sí, pero lo cierto es que despliegan interrogantes que van mucho más allá de lo que sus inocentes figuras parecen sugerir. Con una estética naif, sencilla, ingénua y muy vital, nos cuenta historias inquietantes sobre el mundo que ella ve a su alrededor. Incluso las imágenes mas inócuas, poseen la fuerza para transportarnos a otro mundo, un mundo de seres que se agitan movidos por invisibles hilos.
juan luis yáñez.






obras de Laura Millán



cañaverales, collage 23x23 cm. 2010



patrones, collage 50x50 cm. 2010 


dictado, collage 50x50 cm. 2011 


chernobil, collage 23x23 cm. 2012 


limpia, collage 50x50 cm. 2012






sábado, 6 de octubre de 2012

5ª exposición de c-aps experience


Nota de prensa 5ª exposición de C-aps experience


Título:   Miniencuadro, el camino de los hombres de plástico
Artísta: Laura Millán

Del 19 de Octubre  al 10 de Diciembre
Inauguración: Viernes 19 de Octubre a las 20.30 H.

Lugar,  C-aps experience, espacio aceropuro
Plaza puerta real, 8. 41002 Sevilla.

Horario: de lunes a Jueves de 17.30 a 20.30 h. Viernes 17.30 a 20 H.
Sábados y mañanas, previo cita en 653828392

Correo electrónico: c.apsexperience@gmail.com
Teléfono: 954 903 874                                                                                                            

Ecovesan,  4 piezas , collage 23x23 cm. 2009

 Laura Millán
(1979, Sanlúcar de Bda. Cádiz)


Con el camino de los hombres de plástico, Laura nos presenta su particular visión del mundo que nos rodea. Un mundo lleno de visiones contradictorias, críticas, llenas de un humor ingénuo y ácido. Imbuidas de una energía vital desbordante, sus pequeñas figuras se mueven en su mundo con la fuerza de las imágenes hitchcokianas, divertidas a veces, otras inquietantes y siempre dotadas de autonomía propia. Sus minis, siempre parecen estar en movimiento hacia algún sitio, en busca de su camino, rodeados de su propio mundo que los engulle o transporta hasta su destino. Para C-aps experience, Laura nos ha preparado una escenografía que de alguna manera une a todos sus pequeños seres y los proyecta sobre el escenario de la exposición, generándose un maravilloso maxiencuadro.



Artista plástica multidisciplinar, se formó como Diseñadora Gráfica en la Escuela de Arte de Sevilla y más tarde se graduó como Diseñadora Industrial en la Escola Massana de Barcelona, obteniendo la Medalla ADI de Oro por su proyecto final de carrera 'El envase reversible'. 

Desde 2008 lleva desarrollando su obra denominada “Miniencuadro” -pequeñas escenografías realizadas con miniaturas-, el trabajo de Millán se caracteriza por el uso de elementos caseros y del trabajo manual, estableciéndose en el linde entre la artesanía y el diseño. Una particular propuesta artística y creativa, siempre desde la idea de miniatura y con el encuadre cinematográfico como referencia, desarrollan en sus cuadros pequeñas escenas y decorados que encierran historias congeladas. Un universo en el que se combina el diseño industrial y gráfico, el teatro, la dirección cinematográfica, la animación y la dirección de arte para dar como resultado un trabajo visualmente sugerente que dialoga con su espectador.
Cada pieza, cada “Miniencuadro”, juega entre lo onírico y lo real, la fábula y lo cotidiano, para proponer situaciones de sugerente resonancia simbólica. La obra se presenta en piezas únicas o en series de varios cuadros en las que se combinan las figuras de miniatura con materiales de uso común como el cartón, el papel, las grapas, la madera o los textiles.

Actualmente trabaja en diferentes disciplinas como el diseño gráfico, la animación artesanal o la dirección de arte en cine de guerrilla.

Sus proyectos han sido expuestos en algunos espacios como:
· El Centro de Todas las Cosas_ (2012, Sevilla)
· Enclave de Libros (2011, Madrid)
· Sala Parque García Sanabria (2011, Sta. Cruz de Tenerife)
· Sala Charco de San Ginés (2011, Arrecife, Lanzarote)
· Fundación Mapfre (2010, Las Palmas de Gran Canaria)
· Spainnow. Nueva generación del diseño español, FuoriSalone (2008, Milan)
· Olé Design(Living Spain) DesignForum Shop (2008, Helsinki)
· Medalla ADI 2007, ADIFAD (2008, Barcelona, Valladolid, Mallorca, Valencia, Oviedo, Zaragoza y Castellón)
· MladyObal 2007 Young Package(República Checa)
· Spailab. Expohogat 07 (Barcelona)
· Hispack 06 (Barcelona)
· PFC. Per fin comencem!,FAD (2006, Barcelona)